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Cuaderno nº12 de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo.
El cambio climático supone una seria amenaza para la producción de alimentos. Los fenómenos extremos como tormentas, huracanes o sequías arrasan los cultivos, destruyen infraestructuras agrícolas y provocan la desertificación y la disminución de tierras cultivables. El FIDA alerta de que, si no se realizan las medidas políticas y climáticas adecuadas, la producción de maíz, trigo, mijo, guisantes y otros productos en 8 países del África meridional podría descender hasta un 80%. En el caso del café, la superficie apta para su cultivo se podría reducir en un 50% de aquí a 2050. Y, en términos generales, el rendimiento de la agricultura mundial podría disminuir en un 30% de aquí a 2050, según una investigación reciente de Oxfam.
Por otro lado, este informe destaca el importante papel de las pequeñas organizaciones agrícolas, que constituyen el 95% de las explotaciones de todo el mundo. Estas son quienes producen un tercio de los alimentos que se consumen a nivel mundial, y en los países en vías de desarrollo suponen entre el 60 y el 80% de los alimentos consumidos ahí. Su papel es esencial para garantizar la seguridad alimentaria y frenar el cambio climático. Sin embargo, en su mayoría viven en la pobreza. El 80% de las personas en situación de extrema pobreza viven en zonas rurales y por tanto tienen especial dificultades para hacer frente a los efectos del cambio climático y combatirlo.
El Banco Mundial estima que de aquí a 2050, 143 millones de personas de América Latina, África subsahariana y Asia meridional podrían emigrar a las ciudades por motivos climáticos.
En el informe se pone de manifiesto el impacto del comercio y la producción convencional en el cambio climático.
La agricultura comercial es la causante del 80% de la deforestación en todo el mundo. Cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques. Por otro lado, el proceso de degradación del suelo, que ya afecta a más de un tercio de la superficie global, se ha disparado a causa principalmente de la eliminación de praderas y sabana para fines agrícolas.
El Comercio Justo demuestra que es posible desarrollar un modelo comercial que garantice una vida digna para los agricultores/as y que no perjudique el entorno natural, como describen las iniciativas incluidas en el citado informe.
El pago de precios dignos y estables, la remuneración salarial adecuada, y la formación y asesoría facilitan a las organizaciones agrícolas realizar una transición ecológica, manteniendo la productividad e ingresos. En el informe se describen algunas iniciativas realizadas por organizaciones de Comercio Justo de América Latina, África occidental y Asia para combatir el cambio climático y a la vez mantener su nivel de producción e ingresos.
El pasado 13 de junio, se llevó a cabo la jornada titulada “El papel del Comercio Justo en el empoderamiento de las mujeres y la sostenibilidad medioambiental”, un evento que buscó d...
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