Manduvirá es una cooperativa situada en Arroyos y Esteros, una localidad de 24.000 habitantes al sur de Paraguay, dedicada a la producción de azúcar proveniente de caña dulce cultivada de forma orgánica. Esta Cooperativa da trabajo a más del 60% de familias de su comunidad, siendo la mayoría socios y socias directas (1.750). De la fábrica salen al día 100 toneladas de azúcar orgánico, y exportan a 25 países en los circuitos de Comercio Justo. El 80% de esta azúcar va para la producción de otros productos como galletas o chocolates.
El origen de esta cooperativa es un ejemplo de lo que el Comercio Justo y la lucha campesina pueden hacer por las personas y el entorno.
En 2003, 500 socias y socios de esta cooperativa empezaron una huelga muy dura en contra de la azucarera local a la que vendían su producción, demandando mejores precios para su producto. Un año después, la cooperativa alquiló el ingenio azucarero (Hacienda azucarera), la fábrica, y empezó la exportación de manera directa con sus compradores internacionales bajo la marca de Comercio Justo.
A finales de 2011, gracias a las ventas del producto, la prima social de Comercio Justo y un fondo particular creado por Fairtrade International compraron la fábrica convirtiéndose en el primer ingenio azucarero de ese tipo controlado por los mismos productores y productoras. En mayo de 2014, el ingenio se puso por fin en marcha.
En abril nos visito Laura López, hija y nieta de socios fundadores de esta cooperativa paraguaya, en la que ya lleva trabajando más de tres años, actualmente en la parte de gestión de proyectos y de incidencia social. Como nos cuenta la propia Laura, esta situación en la que los hijos e hijas de los socios/as garantizan el relevo generacional, ofreciéndose puestos de trabajo atractivos para los jóvenes, es bastante habitual.
Laura, ¿qué significa para ti el Comercio Justo?
Para mí el Comercio Justo significa reivindicación, igualdad, oportunidad y desarrollo. Para muchas familias que están en situación de desigualdad y extrema pobreza, en una situación difícil, el Comercio Justo se convierte en una herramienta que sirve para erradicar la pobreza.
¿Qué aporta el Comercio Justo al desarrollo de vuestra comunidad?
En la comunidad de Arroyos el Comercio Justo significó precisamente el cambio y la evolución económica. Gracias al Comercio Justo pudimos construir nuestra fábrica de azúcar, gracias a todos los clientes que nos apoyaron y los bancos que hicieron posible la inversión necesaria. Además, a partir de la construcción de la fábrica se necesitó de mucha mano de obra, y por tanto los jóvenes no tuvieron que emigrar a otras ciudades u otros países.
¿En qué se utiliza la prima social de la cooperativa?
El uso de la prima social se decide en las asambleas de socios/as de la cooperativa. Normalmente un 50% se queda para el funcionamiento y gestión administrativa de la fábrica, destinándose también partidas especificas para temas de salud, educación e incidencia social. Otra pequeña partida, junto con aportes de los socios/as, se destina específicamente para las personas que están entrando en la tercera edad y necesitan mayores atenciones y cuidados. En materia de Educación se organizan charlas y campañas de sensibilización, y también se proporcionan becas a los hijos e hijas de los socios/as que quieren hacer carreras más formales, tipo ingeniería, lo que supone un esfuerzo económico importante para las familias. Este año se han dado becas a 10 jóvenes, y el año que viene queremos aumentar esa cantidad. Es una manera de romper con las barreras que dificultan el acceso a los estudios superiores, algo muy difícil en mi país.
El 50% restante de la prima social se destina a la mejora de las fincas de los socios/as. Cada socio/a recibe la misma de cantidad en efectivo.
¿Cómo es el proceso por el que la caña de azúcar se convierte en azúcar?
Es un proceso largo y bastante complejo. Básicamente, una vez llega la caña a la fábrica, pasa a la mesa alimentadora, una especie de prensa, donde se muele y estruja la caña; el jugo extraído pasa por varios procesos de cocimiento del que se obtiene una especie de “miel”. La posterior cristalización de esa miel ya es tarea del laboratorio de la fábrica. Posteriormente, hay un proceso de centrifugado y secado que actúa como una especie de colador. Lo que se obtiene de ese filtrado es el azúcar cristalizado listo para ser embolsado.
¿Está teniendo impacto el cambio climático en vuestra actividad?
Sí, totalmente. En 2016 y 2017, tuvimos una helada muy grande que quemó la producción y secó la sacarosa, que es el producto que necesitamos para elaborar el azúcar. En ese tiempo no se pudo satisfacer la demanda de nuestros clientes y fue fatal para nosotros. Es uno de los retos en los que estamos trabajando, pero es muy difícil de controlar.
¿Cómo se establecen los precios del Comercio Justo?
El azúcar, a diferencia del café o del cacao, no tiene un precio mínimo en el mercado, lo cual genera bastante incertidumbre. Los precios fluctúan cada año, pero gracias al Comercio Justo tenemos ese plus que garantiza un precio justo, lo que, junto con la prima de Comercio Justo, supone un valor añadido que repercute en el desarrollo de la cooperativa.
Háblanos de las mayores dificultades y los mayores logos de la cooperativa desde sus inicios.
Los inicios fueron muy duros, ya que las familias de la cooperativa dependían de la venta en exclusiva de su producto a una compañía privada que se negaba a pagar un precio justo por la producción de azúcar orgánica, nuestra principal fuente de ingresos. Esa situación de desigualdad y de marginalidad generada por esa dependencia desapareció con la puesta en marcha de nuestra propia fábrica de azúcar, lo que constituyó nuestro mayor logro.
¿Qué hacéis para difundir el Comercio Justo en vuestra comunidad y en vuestro país?
Hacemos muchas campañas de concienciación. De hecho, el año pasado nuestra ciudad se hermanó con Córdoba, en España, y fue proclamada como Ciudad por el Comercio Justo, la primera de Paraguay, lo que ha ayudado a fortalecer los proyectos educativos que desarrollamos con la cooperación municipal. El Ayuntamiento, además, sacó una resolución exigiendo a los comercios y supermercados que ofertaran productos orgánicos y locales.
¿Trabajáis en red? ¿Qué importancia le dais?
Tenemos una coordinadora de organizaciones de Comercio Justo que se creó en 2016, un espacio donde las cooperativas nos reunimos para tratar estrategias de concienciación, campañas de colaboración, de fomento del consumo local, etc.
En nuestra comunidad colaboramos con otra cooperativa, Montilla, que también produce caña de azúcar y lleva su producto a nuestra fábrica para ser procesado.
¿Cómo se puede animar a los consumidores/as a comprar productos de comercio justo?
Gracias a esas pequeñas acciones que uno va realizando, en los pequeños cambios que uno va haciendo, como comprar productos de Comercio Justo, se ayuda a cambiar la vida de muchas personas que se encuentran en situación de pobreza extrema. Muchas veces no nos damos cuenta de que a través de la compra de un paquetito de cacao, o de azúcar, o de café, podemos aportar nuestro granito de arena –o granito de azúcar, en este caso– de cara a cambiar la vida de esa gente. No solo hablamos de consumo responsable y saludable, que también es importante, sino de ayudar a cambiar vidas en situación de vulnerabilidad.
Y un último mensaje para nuestro voluntariado
Yo veo todo esto como una cadena de cooperación en la que, por un lado, estamos nosotros, los productores primarios, y por otro los voluntarios, ayudándonos a vender nuestros productos. El resultado de esa colaboración es una mejora en la calidad de vida de mucha gente. Desde luego, sin los voluntarios todo esto no sería posible.
Aportando un poco de ti ayudas a cambiar el sistema, a cambiar el mundo. Gracias al voluntariado, gente como yo podemos tener una vida mejor.
Gracias Laura
2019ko uztailaren 9
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