Entre las causas que provocan este tipo de accidentes, están sin duda las cadenas de producción internacionales con numerosas subcontrataciones y, a menudo opacas, en países con salarios muy bajos, legislaciones laborales más laxas y donde la acción de los sindicatos está muy limitada. Su fin es abaratar costes y consolidan, como consecuencia, la pobreza y condiciones laborales inhumanas e inseguras.
Aunque el caso de la industria textil es uno de los más paradigmáticos y conocidos, no es el único.
En las cadenas de suministro de otros productos de alimentación y demás, también se esconden múltiples subcontrataciones lo que, unido a las exigencias de alta productividad, plazos limitados, etc. propician situaciones de explotación, largas jornadas de trabajo y condiciones precarias de seguridad y salud laboral.
El informe sobre trabajo decente publicado por la OIT en 2019 concluye que en el mundo, fallecen anualmente 2,7 millones de personas como consecuencia de accidentes de trabajo o de enfermedades profesionales. Además destaca que el 36,1% de las personas que trabajan en el mundo lo hacen en jornadas de más de 48 horas semanales, lo que aumenta las posibilidades de sufrir enfermedades vinculadas al trabajo.
En otro estudio, también de la OIT y la Organización Mundial de la Salud (OMS) analizaron los 19 factores de riesgo ocupacional más frecuentes y dañinos, entre ellos estaban las jornadas prolongadas, la exposición en el lugar de trabajo a la contaminación del aire, a sustancias que provocan o aceleran enfermedades como el asma, a sustancias cancerígenas, riesgos ergonómicos o el ruido.
El principal factor de riesgo detectado en el informe de OIT y OMS es la exposición a largas jornadas laborales, vinculado en el 2016 a unas 750.000 muertes.
Esta problemática viene propiciada también por el empleo informal que ya antes de la pandemia, representaba el 60,2% del empleo en todo el mundo, según el informe de progreso de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en 2021. Esto significa que 2.000 millones de personas trabajaban en empleos sin una protección y seguridad social básica. Esta cifra es mucho mayor en determinados sectores, como el de la agricultura, donde el 90,7% del trabajo es empleo informal, o en los países en desarrollo donde esta proporción fue del 88,7% en 2019. Pero además en 2020, la pandemia provocó la pérdida del 8,8% de las horas de trabajo en todo el mundo, lo que equivale a 255 millones de puestos de trabajo a tiempo completo, de manera que la pandemia ha puesto a los trabajadores y trabajadoras con empleos informales en una situación de riesgo y vulnerabilidad, ya que carecen de protección contra enfermedades o confinamientos.