El 10 de mayo se celebró el Día Mundial del Comercio Justo. María Ferrer la encargada de las labores administrativas, comerciales y la que cuida la relación con los proveedores y la amplia red de personas voluntarias repartidas por la Diócesis. Esta jornada tuvo como objetivo dar a conocer los grandes `beneficios humanos´ que reporta el consumo de productos solidarios.
Cuando María finalizó sus estudios de empresariales, le pareció una opción perfecta la de trabajar en el comercio justo. Así comenzó su tarea, hace dos años, en Kidenda. Su labor diaria comienza con la cuestión administrativa, pero según avanza el día lo suyo es la relación personal con los proveedores, los colaboradores y los clientes. Hace poco le ha llegado una patata roja “muy rica” del Perú. El proveedor además de enumerarle las diversas ventajas alimentarias del producto, le explica los beneficios que está reportando sus ventas a la cooperativa que lo produce. “En este caso, los productores están intentando mantener la biodiversidad y su cultura”.
A veces, depende del producto, puede haber incluso tres cooperativas beneficiadas las cuales invierten la denominada `prima social´ en beneficios para la comunidad.
Algunas personas son reticentes a la hora de comprar estos productos precisamente porque consideran que son más caros pero María replica enseguida “quizá lo que estemos pagando demasiado barato son los productos convencionales”. Pone un ejemplo que ilustra su afirmación. “Si un pañuelo nos cuesta tres euros deberíamos pensar cuánto han pagado al recolector de algodón, a la persona que lo ha cosido, a los intermediarios…”. Lo bueno de los productos de comercio justo es que se puede conocer con nombre y apellidos a las personas que los producen y además se conoce en qué se invierte la prima social. “Además, a lo sumo, son tres los intermediarios que intervienen en la cadena de producción”.
La crisis económica no ha repercutido directamente en el volumen de ventas de la tienda. Aunque, han tenido que cerrar la tienda de Arrupe Etxea, porque la ubicación dentro de un edificio “no era la más idónea”. Sin embargo, la de la calle Viuda de Epalza “va bien, gracias a una clientela fiel”. Hay gente muy convencida que considera que comprar estos productos es una manera de apostar por otro tipo de sociedad. “Preparamos muchas cestas con productos para regalos, bodas o en Navidades”.
La red de voluntarios es fundamental para sensibilizar a la sociedad de las bondades de apostar por el comercio justo. Son unos 120 repartidos por las parroquias, centros educativos y otros grupos de Bizkaia que montan sus puestos de venta y realizan campañas de sensibilización. María pone en valor la labor que realizan todos estos colaboradores. “En Amorebieta hay un grupo de unas 40 personas que atiende un local todas las tardes”.
“Detrás de cada producto hay una historia de vida. Te invitamos a conocerla”, finaliza María.
4 de junio de 2014
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